sábado, noviembre 04, 2006

LA ADMINISTRACIÓN DEL CAMBIO DESDE LA DIMENSIÓN HUMANA

Hoy las empresas exitosas son aquéllas que, teniendo visibilidad en el mercado global, buscan anticiparse a las necesidades del mismo y tienen la agilidad suficiente para implantar los cambios requeridos y alcanzar los diferenciales competitivos.

En todo este movimiento global, las empresas necesitan atacar a los factores controlables para el crecimiento y permanencia de su negocio. La tecnología es un factor controlable que se está destacando cada vez más en el mundo de los negocios por la amplitud de su impacto en los resultados de las organizaciones. La tecnología viene representando un papel muy importante en toda la cadena productiva, llegando hasta al consumidor final. La adopción de los cambios necesarios para una implementación exitosa es un proceso complejo, y con una alta interdependencia organizacional. Una mala administración de dicho proceso de cambio puede impactar en la estrategia diseñada previamente, en el plazo de ejecución y en el desenvolvimiento normal de todo el esquema. Esta es la razón principal por la cual, la administración del cambio se torna un nicho estratégico para las empresas.

La experiencia confirma que las mayores dificultades, en la implementación del cambio en las organizaciones, están relacionadas con la aceptación o el rechazo de los colaboradores, pues tiene incidencia directa en la forma como las personas desempeñan sus actividades. Este representa un factor de alto riesgo que debe ser contemplado en todo el proceso.

El impacto que las nuevas tecnologías pueden tener en los siguientes componentes del negocio: cultura, organización, personal, infraestructura, proveedores, socios y cliente final. La metodología de trabajo desarrollada permite mediante un plan, medir y controlar la implantación de nuevas prácticas de negocios, procedimientos, procesos, estándares, sistemas, funciones y personal; tomando en consideración los posibles riesgos asociados, las diferentes alternativas y los planes de contingencia necesarios; para realizar cambios con la menor resistencia, en el menor tiempo posible y con los recursos apropiados.

En un medio estable, se tiene un promedio de vida largo; lo que funcionó ayer, funcionará mañana. Pero esto no es la realidad actual. Los vientos de cambio están azotando, proceden de todas partes, y con características de huracanes; al llegar atacan con fuerza indomable y velocidades ultrasónicas y de no estar preparados, los daños pueden ser incalculables e irrecuperables.

Para formarse una idea de la rapidez del cambio, hay que hacer el siguiente ejercicio:

¿Qué tecnología usaba?
¿Cómo se estructuraba la organización?
¿Cómo era la carga de trabajo?

En una escala de 1 a 10, se califica el grado de cambio que ha ocurrido en ese tiempo.

Después hay que proyectarse tres años hacia el futuro, para calificar los cambios que se cree que habrá en ese período de tiempo. Y para poder adecuarse a los cambios es muy importante la buena voluntad. ¿En qué consiste la buena voluntad para el cambio? Consiste en:
-Estar abierto y receptivo a nuevas ideas.
-Sentirse estimulado en vez de inquieto por el cambio.
-Ver la transición como un reto, no como una amenaza.
-Comprometerse a gestar cambio de manera incesante.
La buena voluntad para el cambio es tomar medida para:
-Cuestionar el status quo.
-Prever en que, como y cuando cambiar.
-Crear cambio en vez de reaccionar a él.
Continuará...

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